En la primera entrega el actor estadounidense pasó de ser un niño a un auténtico superhéroe.
Si hay algo que nos marcó de la primera película del “Capitán América: El Primer Vengador” fue el cambio físico y estético que experimentó su actor Chris Evans. Y es que Steve Rogers fue elegido para un proyecto secreto del Gobierno durante la Segunda Guerra Mundial siendo utilizado como conejillo de indias en un experimento que le acaba convirtiendo en un súper hombre.
La gente se pregunta cómo consiguieron hacer eso, pues bien en el caso de Chris Evans no era sólo una cuestión de peso sino de envergadura física en general. Para ello, la primera opción fue superponer la cabeza de Evans en el cuerpo de un actor más bajo y delgado, de manera similar a como se hizo en “El curioso caso de Benjamin Button'' (2008) para que Brad Pitt pudiera rejuvenecer a lo largo de la película. Para llevar a cabo algo similar, el director Joe Johnston contrató a un doble de cuerpo sobre el que colocar la cara de Evans, redujeron su óvalo facial, vigorizaron su esqueleto y estrecharon sus hombros. "Rodamos 2650 planos de Chris y usamos tecnología digital para achicarlo hasta lo que llamamos Steve el delgaducho", explica Johnston.
Esto hace que veamos a un Rogers que pasó de 50 kilos a 85 en cuestión de minutos, con una estructura muscular de lo más envidiable. Y es que eso fue de lo que se encargaría la tecnología de 2011, pero realmente el actor, antes de enfundarse el traje del superhéroe tuvo que estar en el gimnasio machacándose para ganar 7 kilos, algo de lo que no se podía encargar la tecnología.
El hecho de que Marvel tenga un calendario inamovible y frenético para estrenar cada una de las películas protagonizadas por sus superhéroes antes del final de cada año, hace que la presión aumentase para conseguir esas medidas que se le exigían desde la directiva, que ya suficiente trabajo tenía con la escena de la transformación.