El trasfondo del final de La Casa de Papel

10El final de La Casa de Papel ha llegado y eso significa un punto y final a una de nuestras producciones favoritas. Los ingeniosos planes de El Profesor han salido adelante a pesar de los contratiempos y obstáculos que se han encontrado en el camino.

La realidad es que no ha sido el final esperado para muchos, ya que nos hubiese gustado que personajes como Nairobi o Tokio hubiesen sido partícipes de ese final. Pero lo cierto es que no todo podía salir perfecto, y menos en un atraco con toda la fuerza armada frente a tí.

El desenlace habrá gustado más o menos, pero no podemos negar la lección moral que nos deja la serie; el altísimo valor que le hemos otorgado al dinero durante cientos de años la humanidad. Es cierto, que la moneda fue un instrumento creado para evitar el sistema de intercambio que se producía en la Edad Media, donde cada cual otorgaba a su producto el valor que le parecía justo. Un desequilibrio que provocaba injusticias y problemas en aquella sociedad feudal y que se solucionó con la creación de dicho instrumento.

Sin embargo, con el paso de los años, los Estados y la sociedad en general, le han otorgado un poder y un valor muy por encima de lo que representa, haciéndonos ser sus propias presas a pesar de haber sido creada por nosotros mismos para el equilibrio.

Una paradoja que ha provocado que la riqueza de los estados y de la propia sociedad se mida en cantidades y no en calidades. Cuando lo realmente importante es la capacidad, la habilidad de hacer y crear, de autodesarrollarse, de reinventarse.

Da igual si España, como se escenifica en La Casa de Papel, tenga más o menos oro guardado en sus recámaras. Lo realmente importante para el país y para las empresas que invierten en él son sus mecanismos; su cultura social de sacudirse el polvo y levantarse, la capacidad de desarrollar riqueza por sus propios métodos.

Hay que dejar de estar sujetos a una riqueza que se basa en la cantidad de un instrumento que sólo es una unidad de medida. La apariencia es la fachada de la mentira, eso es lo que se muestra en este final de la serie.

Cómo puede ser que unos lingotes de latón puedan sustituir al oro, el material más preciado del mundo. Pues la respuesta está en el valor que le hemos otorgado y que no son más que la fachada, la mentira, que condiciona por desgracia lo que los demás piensan de nosotros.

Fuente: infobae.com

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