No podríamos entender Ataque a los Titanes sin Eren Jaeger, cierto, pero tampoco podríamos entender la existencia de Eren sin la de Mikasa Ackerman, su hermana adoptiva y protectora incondicional de su persona.
La historia de su adopción pasa por el asesinato de los padres de Mikasa a manos de unos secuestradores que quisieron convertila en esclava. Una situación que se encargó de resolver Eren, acabando con los vándalos y liberando a una Mikasa que despertaría su gen Ackerman inconscientemente.
Una herencia biológica que se remonta a un grupo familiar, los Ackerman, que se encargaban de proteger a la familia real anterior al levantamiento de los muros. Sin embargo, con la fragmentación de la sociedad eldiana, los ciudadanos se vieron obligados a vivir en la isla de Paradis detrás de unos muros construidos por el 145º rey, Karl Fritz. Desde ese momento, los Ackerman se negaron a seguir con su labor de protección y sufrieron una represión que les llevó casi a la extinción.
Por ello, Mikasa tiene una tendencia inherente de proteger a Eren a pesar de que aquello que haga no sea ni lógico ni racional. Su razón de vivir es que no sufra daños y que sobreviva por encima de cualquier obstáculo que se le presente. Por este motivo hemos visto a la descendiente del clan Ackerman tan preocupada por él, e incluso llegando a rozar la obsesión.
Una necesidad que le llevó a potenciar unas habilidades para la lucha que también le vienen heredadas de sus antepasados y que se encargaría de mostrárnoslo en escena. Mikasa es, ante todo, una auténtica mata-titanes. Un talento innato equiparable al de otro de los descendientes de su clan, Levi Ackerman, el capitán de operaciones especiales del equipo de exploración.
Pese a ello, uno de los grandes defectos de esta familia es el excesivo individualismo que presentan en batalla. No les gusta trabajar en grupo, ya que se consideran lo suficientemente capaces para llevar a cabo sus planes de forma individual.
Una dinastía que sostiene durante el anime a muchos de sus protagonistas y que es la máxima expresión en el arte de la lucha. Lo de Mikasa va más allá del amor; se trata de honor, herencia, responsabilidad y orgullo.
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